sábado, 29 de diciembre de 2007

Uno.


Todo comienza un día cualquiera en una ciudad cualquiera (osea Bogotá). Comienzo a tener contacto con una persona que despierta en mí algo más fuerte que la curiosidad que nos rodea a los que nos llaman 'gatos', luego de un tiempo le escribo con el corazón (y un poco con el coño, no me voy a autocensurar):


Y la devoción a lo salido de lo normal y llamativo fue lo que me atrajo, sus buenas letras, que lo hacían aun más interesante (más que unas fotos con el pelo en la cara tratando de ocultar o simular algo diferente, tal vez el que lo vieran transparente como ve uno a un pez en un lago, estando uno parado al lado del lago).

Yo no me decía probarme con él, me decía ‘me interesa, pero no creo tener el potencial lindístico, ni intelectualístico como para ponerme a parar bolas’, pero resulté unos cuatro meses sin dejar de hablarle, no podía evitarlo, no podía porque con él me sentía cultivándome el alma, dándome libertad, protegiéndolo (no sé de qué, pero fue así) y poniéndole atención a alguien que hasta ahora es la segunda persona en mi vida que veo y creo con franqueza que debe ser escuchado (y hasta promocionado).

Nuevas risas en mi, nuevos odios adentro, bien adentro (porque de hecho creo que si ese odio encerrado se saca del cuerpo, va y se le pasa a una persona cualquiera, y vaya uno a saber si sea una persona indicada y que lo sepa manejar, mejor extruirlo, sí se puede).

Sí, nuevas sonrisas por sabotajes, por profundos abrazos, por deliciosos besos y por amor delicado.

Y me hacía falta tenerlo en frente porque lo había oído y me parecía un brusco y me daba algo de miedo, no tenía más que unas fotos, las esas mismas donde se veían unos ojos negros divinos y una sonrisota. Tenerlo en frente por ver algo de lo físico, Lo físico porque lo de adentro ya me lo sabía.

Ya me lo sabía y pensé que por eso se iba a alejar de mi lado, pero no fue así, por el contrario, dejó salir en forma de lágrimas su dolor y yo estaba ahí para besarlo. Varias veces he sentido ganas de llorar con él, cuando me mostró su trabajo y el dibujo de un niño que era algo hermoso, cuando me hizo tocar su brazo que alguna vez quemó el aceite, cuando me dijo que mis ‘lolas’ eran hermosas. Varias veces me ha hecho llorar, todas por emoción y solo una con lágrimas.

Lo quería tener en frente porque había que comprobar eso, tener en uno la voz ruda (que solo es así por teléfono, o al menos conmigo), la cara con el pelo atrás de las orejas y ver los ojos en serio, porque yo me creo casi todo lo que me dicen y me dijeron algo como que ‘los ojos son las puertas del alma’.

Sí, con verle los ojos siempre es suficiente, pero generalmente aparece con el resto del cuerpo. No pude evitar que cuando me dijo en el primer encuentro que le sirviera de almohada y estaba hablando le di un pico, algo que la verdad ni recuerdo bien porque fue tan natural como el mismo respirar.

Con sinceridad no sé si me gustaría tenerlo conmigo todos los días. Lo más probable es que no, porque así la vida misma hace que recuerde y se intensifiquen las sensaciones, el tacto, el olor, el sabor, el TODO.

Lo quiero mucho, no sé si llegue a imaginarse cuánto, no es por el hablar, ni por sus obras, ni el que quiera salvar el mundo, ni por el sexo, ni por la cara, es por el corazón, porque sí accedió a quitarse la coraza (esa que dice tener) cuando está conmigo, se la quita y llora y yo no digo nada, me parece suficiente con darle un beso y un abrazo.

Ya le había dicho que era un ‘man facultativo’, eso es un término para unos seres que pueden vivir en cualquier medio, yo se lo pongo a él por ser integral.

Por eso quiero que se vaya lejos, muy lejos, porque se lo merece y lo necesita. Yo pienso mucho en qué será cuando se vaya, no creo que yo le vaya a hacer falta, porque si él es como es, creo que se debe a que está rodeado de personas con súper-poderes que han estado con él, lo han formado y se han colado en su corazón (corazón que puede ser tan sensible como el mío, lo sé), y yo no tengo de esos poderes, soy chiquita y no me iré con él. Además, sé que no lo haría, el sólo hecho de pensar en pedirle que se quede conmigo y juntos salvemos el mundo, tan solo la idea es demasiado egoísta porque estoy pensando en mi y no en el arte.

Le quiero agradecer por cerrarme los ojos para ver hacia adentro, ver que la libertad que interiorizaba en canciones puede hacerse realidad, que esa pisa muchas otras cosas, que esas muchas otras cosas no son necesariamente la vida de los demás.

Le quiero agradecer porque cuando lo conocí, llevaba una semana de clases aburridas de materias que venía postergando porque eran pocas, una cirugía encima, un cumpleaños desastroso, un corazón deshecho, la hijueputa lástima de mucha gente (que ni es lástima, sino ganas de saber de más).

Sí, cuando lo conocí estaba pensando en que el segundo intento de suicidio no podía fallar.

Y en algo como los relatos de las mil y una noches, seguí visitándolo a la expectativa de nuevas ideas, nuevas sonrisas, sentimientos totalmente nuevos en mi, cosas raras y hasta fantasiosas que me hacían seguir buscándolo hasta olvidarme de la idea inicial que ojala se desvanezca.

Cero.


Cerca de la confusión avanzo.

Nada qué hacer, hoy he decidido (por fin) después de algún tiempo, compartir mis cosas, aunque fuera un poco de ellas la escritura.

Soy una mujer de naturaleza celosa, salvaje si se quisiera, celosa con tres cosas: con mis amigos (porque no los tengo asegurados, cosa que cambiará desde hoy, porque uno es amigo cuando quiere, si no quiere, pues no se le va a obligar, es sencillo), celosa con la música (porque no todos tienen la misma mentalidad para respetarla, ni me gusta que se ande distribuyendo, disfruto que sea algo clandestina), celosa con mi pareja (no explicaciones).

No es que antes no me gustara escribir, lo que sucede es que me jacto y se me eleva un poco el ego cuando me dicen que lo hago bien... porque no confío netamente en las cosas que hago. Estoy comenzando a confiar en mí. Vamos a ver, quiero ahora que las críticas sean mi alimento (no importa de quién vengan), me comprometo a tomarlas más en serio.

Es la primera entrada en éste blog, que usaré como testimonio de evolución.

No me interesa si se lee o no, hay gente demasiado perezosa que seguro quedó cerca del segundo renglón. Tampoco me comprometeré con algún tema especial, porque realmente no me defiendo en alguno. Me gusta el poder, me gusta la política, me gusta el sexo, me gusta el arte, me gusta el medio ambiente, me gusta la buena música, pero de ellos no sé lo suficiente como para competir con opiniones. Como me dijeron úno de los días de éste año que está por terminar: 'tu no necesitas sino que la escritura salga', me voy a probar, daré mis opiniones, de las cosas que me gustan, y las que no. Repito, mis opiniones son las mías, y generalmente no tengo base alguna (aunque me gustaría tenerla, para la mayoría de las veces saber qué hacer e identificarme como niña neutral).

Mi nombre es Julianna, tengo 21 años, no tengo estado civil (desde hace algunos días que éste
tema me ha dejado de interesar), y si a alguien le importa: me gustan los hombres.